2 de abril de 2011

De niños también íbamos de bares

Desde aquellos lejanos tiempos en los que lo realmente interesante de internet era gratis, conservo una carpeta con 1.500 y pico ROMS de MAME -Multiple Arcade Machine Emulator- (o lo que es lo mismo, emulaciones para computadoras modernas del software de las recreativas de los bares de los 80) que engloba la práctica totalidad de los juegos que ocuparon una parte importante del ocio de toda la chavalada de mi generación, y en cuya mágica simpleza cohabitaban la genialidad en el diseño... con la capacidad de engancharnos a ellos como si fuesen crack. Y es que a día de hoy, debo confesar que estos simples jueguecitos me motivan más a jugar que ningún producto moderno de gráficos impecables, 4 dimensiones y storyboard interactivo... por lo que hoy le voy dedicar un merecido post ombliguista y totalmente subjetivo a mi particular...

Top 10 de Recreativas de los 80
By Pitu

En primer lugar, y supongo que porque es el más viejuno de éstos "Mis Favoritos"... citaré el "Deep Scan". Realmente difícil: Dos botones: Carga de profundidad por la derecha, y carga de profundidad por la izquierda. El barquito que se mueve, los submarinos que te torpedeaban, y el "X" que de vez en cuando turbaba la paz de ésta pacífica guerra con su estridente ruido y su rápido cruzar por el fondo de la pantalla. Si le dabas, vida extra. No es que tuviera mucha ciencia ni que las partidas llegasen a ser muy épicas, pero sigue siendo único para desconectar de una hoja de cálculo o un plano si tienes la cabeza como un bombo de trabajar y necesitas que la sangre vuelva a fluir por las venas que circundan el cerebro. Lo sigo usando muy a menudo (el juego, no tanto el cerebro).


En aquella época de catecismo los sábados y cine los domingos, el más exitoso de todos los juegos entre los niños de Lalín - Lo había en la antigua Sala de Juegos de Satán- fue sin duda el Mario Bros. Primigenia aparición del fontanero saltarín, tenía el enormísimo aliciente de que con una moneda de 5 pavos jugaban Mario y Luigi a la vez. Así, el que llegaba a la máquina, esperaba por un socio para así ambos poder jugar dos partidas, y el primero en perder sus muñecos debía ceder el asiento al siguiente en llegar. Todo muy lógico, ordenado... y adictivo. Pasé tantas horas jugando entre los 12 y 15 años que aún hoy llego solito hasta la pista 15 sin mayores problemas, y me sigue pareciendo maravillosa la manera en que te exige improvisar en cada momento; Entre cangrejos, mariposas, estalactitas, fuegos cabreados y monedas moviéndose descoordinadamente en su rítmica coordinación particular... nunca hay dos situaciones de peligro iguales. El mejor juego de 8 bits de la historia para muchos, y desde luego, de los más "jugables" de todos los tiempos.


Maravilla de las maravillas era también el Rally-X: Te desplazabas por un jardín en "laberinto" perseguido por coches rojos malos malísimos que iban sin seguro y a los que podías tirar pedos mientras te quedase fuel. Tu misión era recoger las banderas que el radar te posicionaba en un lateral, y la S pagaba doble las demás mientras que con la L te daban puntos de la Travel Club. No recuerdo en qué bar del camino de casa al cole la había... el caso es que cuando jugué mi primera partida, ya tenía tan dominada la mecánica del juego, que dí la vuelta a las pistas y llegué a los jardines marrones de vuelta... en la que fue mi mejor partida y continúa siendo mi record. Estaba Buti presente... y recuerdo como si fuese hoy mismo que pude alcanzar los 131.000 puntos en mi primera partida... para nunca jamás volver a hacerlo tan bien. Misterios insondables de los videojuegos humanos.

Y en aquel mismo bar, tras el Rally X, vino el Phoenix, al que también le dábamos duro. En este clásico mata-marcianos, yo manejaba el control y mi colega disparaba y usaba el escudo. La verdad es que nos compenetrábamos chachi, y las partidas duraban su buena media hora. Si tengo que manejar el control completo hoy día, no aguanto ni dos minutos, pero es un juego que también recuerdo con gran cariño. Aunque lo mejor de éste juego, estaba aún por venir, ya que unos años después llegó el "Son of Phoenix"... que, en una versión "reinventada" mantenía el mismo esquema: marcianos que atacaban de arriba a abajo, y tú que mantenías la posición en el fondo de la pantalla, y disponías de un escudo que había que dosificar. En ésta segunda versión, ya de "tiempo limitado de juego", es decir, con una "nave final" que, al matarla, terminaba el juego para que no gastases más electricidad de lo que invertías... nos pasamos muchísimas más horas jugando a los 18 años de las que habíamos dedicado a su predecesor a los 10.


Y cuando ya nos afeitábamos, llegaron otros vientos. Desde Rusia y sin ningún amor por nuestras economías llegaba el "Vodka digital" que emborrachó a toda una generación: El Tetris, con sus fichas cayendo incluso cuando no estabas jugando. Qué cosa más adictiva, joer. Recordábamos en casa no hace mucho una maquinita de Tetris a pilas que estuvo en el cuarto de bañó varios años, y que logró que el que más y el que menos en la casa tuviera alguna vez que hacer "rehabilitación" para levantarse después de una visita al Señor Roca... alargada en exceso porque el record familiar estaba en juego... Pero qué os voy a contar del Tetris que no sepáis.

Otro que me pilló en los twenties fue el Cabal; incluso creo que en algún pafeto y de copas le tengo echado unas partidas. Ametrallabas como si fueras Rambo a todo aquello que se te ponía delante, y disponías también de granadas y de vez en cuando, te caía la "sumachigan", como decía Manquiña. Estructurado en grupos de 4 pistas con una más difícil al final de cada grupo (Un cañón, un submarino, un nido de ametralladoras)... requería destreza, atención permanente... y una grácil voltereta cuando las cosas se ponían chungas. En éste, el Rafa era un maquinón, yo debo reconocer que me llevó más dineros llegar al fin de todas las pistas. Adictivo como pocos, también. El mejor de los bélicos, para mí.

Pero del que guardo mejor recuerdo, es, cómo no, del "Pipedream". Sencillísimo en su planteamiento, pero enrevesado como ninguno cuando la cosa se calentaba. El agua salía, y había que crear a tiempo una conducción con un número mínimo de piezas cada vez más alto. La cosa también se complicaba cuando el espacio era limitado y eso obligaba a construir cruces y a dar mil vueltas. Lo jugaba en la cafetería Copacabana, y recuerdo que los cinco duros que me sobraban del café me daban para una hora aproximada de partida: No quiero ir de perroflautas, pero os aseguro que hacía perder dinero al bar en electricidad. Incluso algunos "copilotos" se me acercaban para tomar ideas, y alguno ha llegado a tomar planos en servilletas de mis soluciones a cada pista. Donde haya un juego tipo puzzle... que se quiten los demás sin ningún tipo de dudas. (Siempre hablando de mis gustos y sin ningún tipo de fundamento objetivo).


Y cuando ya casi no jugaba a las maquinitas, parriba de 25, -bien porque ya tenía acceso a los ordenadores o bien porque iba ancianizando- el caso es que no sé cómo, me cautivó por sorpresa durante un par de añitos el Bomberman. Por aquel tiempo, preparaba oposiciones, y todos los días, antes de la ronda de mecanografía y estudio de la tarde, entraba en la antigua Bolera unos minutitos, en plan previa, a poner unas bombas con temporizador. Y es que en éste tiempo en el que mi gusto por los videojuegos se ha estancado (de lo que me siento en cierto modo orgulloso por lo que en cuanto a aumento de productividad puede significar), hubo un par de honrosas excepciones que sí atrajeron mi atención: el primer Tomb Raider, uno de un helicóptero que se llamaba Extreme Assault, el propio Sega Rally... pero que ya, o bien eran juegos para otras plataformas o con otros planteamientos, que quedan fuera de éste post (aprovecho para recordar la naturaleza ombliguista y totalmente dependiente de mis recuerdos de éste texto), como quedaron ya fuera de mi infancia y adolescencia.

P.S: Y menos mal que el Lemmings apareció tarde y en versión Mega Drive (de mi sobrino), porque estoy seguro de que si a día de hoy encontrase los juegos originales para PC... me volvería a pasar, como tantas y tantas veces, la noche en vela dirigiendo estúpidos roedores hacia la salida, evitando su suicidio.

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