La tarde de ayer nos acercamos a hacer unos recados a Coxen Hole (Roatán, Islas de la Bahía, Honduras) y en un momento dado, nos vimos escuchando la dura historia de un matrimonio que había perdido todas sus pertenencias esa misma noche debido a las torrenciales lluvias de los últimos días -y que parece que aumentarán en los días venideros-, rodeados de toneladas de basura que el habitualmente tranquilo Caribe había devuelto, digerida y vomitada, todo alrededor de la isla. Aunque lo verdaderamente chocante del caso era escuchar de la destrucción y del miedo, escuchar cómo los poderes públicos, que esta vez tampoco moverán un dedo, se pasearon por la zona, dando con ello por cumplidas sus responsabilidades, escuchar cómo en escasos minutos la furia de la naturaleza dejaba en el más absoluto desamparo a varias personas...
...y ver, de fondo de escritorio, como en un chiste de Forges... dos enormes cruceros de lujo holandeses que separados de la costa para no sufrir el oleaje, maniobraban hacia poniente para ofrecer una buena vista a sus afortunados ocupantes del hermoso anochecer que como siempre nos brindaría esta isla de contrastes brutales e inexplicables:
Y es que el mar, en un gesto que le ennoblece aún más si cabe... lleva un par de tormentas devolviéndonos la basura que inmisericordes le arrojamos día tras día. Ojalá lo hiciese cada simple mañana. Quizás así entenderíamos los seres humanos, en nuestra estupidez permanente, el daño que le hacemos a nuestra propia vida con este continuo desprecio con que lo castigamos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario